ATITLÁN, SANTA CATARINA PALOPÓ, VILLAS B’ALAM YA: 17, 18, 19, 20 de septiembre 2009
CENA PARA DOS. CELEBRACIÓN DE MI CUMPLEAÑOS
Había planificado pasar mi cumpleaños fuera de la capital y me decidí por Atitlán. Me dediqué a buscar hoteles alrededor del lago y por medio de una revista Revue encontré este lugar.
17 de septiembre
Salimos el 17 a las 9.00 a.m.; ya en el camino hubo necesidad de hacer una parada técnica, lo hicimos en la Casa Suiza y aprovechamos a tomar sendas tazas de café.
Tomamos la carretera que conduce hacia Quetzaltenango, ya que la vía más corta por Patzún es de más vueltas y me mareo; y como la carretera hacia Quetzaltenango está en eterna construcción, (hay paradas de una o dos horas) tuvimos suerte porque sólo esperamos como tres minutos. Al llegar a Panajachel fuimos al embarcadero a reservar un tour para el día siguiente alrededor del lago; luego fuimos a almorzar al Tocoyal, caminamos un poquito por la playa, por la calle Santander, para luego irnos a buscar la ubicación de las Villas.
Camino a Santa Catarina Palopó, exactamente en el Km. 4 en el lado derecho, está la entrada que es una bajada muy angosta y pronunciada donde hay que maniobrar varias veces el timón para poder continuar y llegamos a las Villas B’alam Ya , que en idioma cakchiquel quiere decir “El Gran Jaguar del lago”. Seguramente cada uno de nosotros tenemos una idea de lo que es el paraíso, pero todos coincidiríamos en este punto de encuentro. Nos recibió Javier, un muchacho guatemalteco recién graduado en Costa Rica en Hotelería y Turismo, quien según nos contó, hace 6 meses se hizo cargo de estas Villas. Nos mostró la nuestra, con la cual quedamos sumamente complacidos por su confortable belleza en medio de la naturaleza; nos abrió la Casa Grande que está condicionada para 4 personas, con un gusto exquisito y un confort del primer mundo.
Luego de acomodar nuestras pertenencias, nos dirigimos en medio de caminitos de piedra llenos de naturaleza colorida, con el lago iluminando en el reflejo nuestro camino enmarcado por las majestuosas montañas, cerros y volcanes. Así, llegamos al placer para dos: el jacuzzi, donde las aguas revoltosas masajeaban el cansancio, clarificaban las ideas y nos recordaban que todos tenemos derecho a un momento escogido por los dioses.
Con la semi noche como escenario, volvimos a nuestra Villa, vimos una película decepcionante en la laptop: "Juego de Viernes por la Noche", y afortunadamente a la mitad, llegó el chef y nos cocinó como si sus manjares fueran para el Olimpo: spaghetti con salsa de carne y queso rallado, aceitunas, berenjena fría. Como no como carne y Guillermo no come queso, ambas las sirvieron separadas y cada quien le puso lo suyo. Abrimos una botella de vino tinto y al terminar de cenar pasamos en cámara lenta cada uno de esos maravillosos instantes del día de mi cumpleaños. Yo dormí enropada entre nubes mientras él degustaba su última copa de vino, y protestaba por tan nefasta película.
18 de septiembre
La realidad sonó a las 6.45 a.m. De ahí en adelante todo fue de prisa, vino Doña Lucía a hacernos un exquisito desayuno que nos sirvió en la Casa Grande y aprovechamos para tomarle fotos por dentro y por fuera.
De ahí al carro, del carro al embarcadero, luego un microbús que nos llevó a otro embarcadero y a las 8.30 a.m.en punto compartíamos un lanchón con aproximadamente unas 20 personas entre extranjeros y nacionales. Empezamos recorriendo el lago y el primer pueblo que visitamos fue San Pedro
Caminando por sus callecitas encontramos una diminuta puerta que era un café bautizado Shanti Shanti. ¡Oh sincronía! como el pseudónimo que adopté en mis blogs. Entramos a tomar un café y nadie creería desde el exterior, lo acogedor y la bella vista que tenía ese lugar.
De regreso en el lanchón recorrimos el lago por varias horas hasta llegar a Santiago Atitlán. El pueblo nos recibió con una amplia plaza, llena de vendedores de artesanías, ofreciéndonos tours para ir a ver a Maximón y hacia arriba se dibujaba la calle multicolor de la artesanía tzutuil hecha por las manos heróicas del primer pueblo guatemalteco que tuvo la osadía de sacar a la primer base militar de su territorio. Era tanta la belleza que se me antojó comprar un morral. Habían tantos: pequeños, medianos, de bordados múltiples, sin bordar, que en medio de aquella fantasía de colores, sin saber porqué me enamoré tan solo de uno. Lo tomé, regateé , como es la sabrosa costumbre guatemalteca, y Guillermo me lo compró.
CURIOSEANDO ENTRE ARTESANÍAS INDÍGENAS GUATEMALTECAS
Como el almuerzo se vislumbraba tarde, compré unas galletas para engañar el estómago y nos dirigimos a tomar un café. Vi unos aretes preciosos, de a Q15, los compré, los lucí, los coqueteé y en mi única ida al baño, se perdió uno. El muchacho que los vendía, muy gentilmente me ofreció otro, prometiendo que él encontraría al perdido, pero ordenando las cosas de la mesa entre mi sombrero, se encontraba jugando a las escondidas, el arete perdido.
Volvimos al lanchón, mientras todo aquello que nos sorprendía era registrado en imágenes por la cámara, para luego adornar este blog. Nos embarcamos hacia San Antonio Palopó; el clima era bipolar, a veces tan frío que el lago estornudaba en nuestra cara y otras tan caliente, que nos llenaba de sonrojos la piel. De pronto otro lanchón a toda velocidad nos alcanzó y nos devolvió a una pareja de turistas olvidados. De ahí hasta San Antonio entre el clima, y la belleza nos emborrachó la imaginación hasta cerrar los ojos y creer que lo vivido era un sueño, pero al despertar, nos recibió la belleza del volcán Santiago, custodiado por San Lucas Tolimán, en medio, pequeño pero orgulloso, el Cerro de Oro y al fondo el majestuoso Volcán de San Pedro.
Curiosamente, San Antonio Palopó es un pequeño pueblo inclinado viendo hacia el lago, a la par de donde estábamos hospedados, es decir, en Santa Catarina Palopó, tan cerca y tan lejos. A estas alturas, el hambre ya apretaba y el cansancio nos envolvía. En primera instancia, las instrucciones fueron que deberíamos permanecer 15 minutos en el pueblo, para luego de algunas protestas de los turistas, se extendía a media hora.
Al terminar, tomamos un tuc tuc (transporte de tres ruedas, muy barato) y nos dirigimos al parqueo del embarcadero donde habíamos dejado el carro. Llegamos al “Gran Jaguar del Lago” como a las 6.00 p.m. y luego de un reconfortante baño, nos dispusimos a ver otra película: "Psicópata Americano". Luego de una respectiva pausa, nos fuimos a preparar la cena para la noche, comimos en la cama, terminamos de ver la película y como un ejercicio planificado, recordamos que la felicidad vivía con nosotros.
19 de septiembre
Por fin nos levantamos tarde. Doña Lucía nos invitó a tomar el desayuno a las 8.30 a.m.: tres claras de huevo sin yema, frijoles, tortillas y una taza de té. Los huevos sin yema son parte de una dieta que no pretendo aburrirlos con ella, pero a pesar de tanto esfuerzo, tanto placer me regaló la galanura.
La belleza nos golpeaba la mirada, así que nos dispusimos a registrarla en la cámara sabiendo que la fotografía sólo nos recuerda la imagen, pero jamás el olor a tierra mojada, el sabor del aire en los pulmones y el silencio natural bañándonos de dicha, era tanta, que rebalsaba nuestra imaginación. En este blog, sólo les puedo regalar las fotografías.
Esa mañana empecé a escribir las memorias de este blog. No me quiero llevar los laureles, ya que Guillermo me dictó y yo escribí. Yo sólo soy su memoria y su inspiración.
Me olvidé contar que en el trayecto Guatemala-Sololá, recibí una considerable cantidad de llamadas felicitándome por mi cumpleaños: mi hermano desde El Salvador, Florence y Jorge de Miami, un mensaje por correo de voz de Sandra Ramírez; mi gran amiga Kay, mi prima Silvia, Luz María, María Alicia, en un mensaje de correo, Luis Felipe; ya me habían llamado mis hijos, Toyita, Susi, Pedro Miguel, un regalo de rosas de Hilda mi secretaria, Carlos, correos: de Pato (yerno), de Elsa desde El Salvador, de Guido, de Rebeca Galindo. La tarde anterior, había celebrado con Luisfe y Verónica, en una pequeña y simple refacción en mi apartamento.
A las 11.50 a.m., Doña Lucía nos informó que nuestra lancha estaba lista en el muelle. Habíamos reservado el día anterior un paseo a Villa Sumaya y
Nos dirigimos primero a Villa Sumaya, con la intención de tomar un café e ir a almorzar a
Fuí a investigar con el administrador y me contó que a este lugar vienen retiros preparados desde E.E.U.U. con diferentes temáticas, también dan talleres de masajes, de yoga, de meditación y todas las disciplinas acordes a la superación y a la elevación de la conciencia.
El estómago me aleteaba al ir descubriendo un amplio salón iluminado, diseñado para el yoga y la meditación; un pequeño espacio que funcionaba como sala de masajes y cada ambiente, cada árbol, cada hoja, parecía ser parte mía como yo de ellos.
Al sólo tocar la lancha, sentí como toda la energía cambiaba, regresaba al mundo material con la promesa de volver algún día, para regalarle a mi alma unas gotas de silencio.
Llegamos a
Con la vista perdida en el horizonte, sabía que teníamos dos opciones: volver al jacuzzi o tomar una siesta. Unas pequeñas lágrimas de la virgen (dicen que cuando llueve, la virgen llora) sobre la palma de mi mano me llevaron sin pensarlo a tomar una larga y reconfortante siesta, de no haber sido porque mi estómago es un reloj, hubiera seguido hasta el día siguiente. Tomamos una cena discreta, un corto baño y me acomodé la ropa de dormir para ver otra película: "Jerry Maguire". Quiero pedirle una disculpa pública al señor Tom Cruise, no es que la película no me haya gustado, es que era tanta la emoción del viaje, que me quedé dormida.
20 de septiembre
Sostengo que la felicidad no puede ser un estado perenne, creo que explotaríamos de tanta dicha, el final se acercaba y tratando de robarle hasta el último instante a la vida, desperté con el lago entregándoseme para que lo llevara a casa en las alforjas de mis recuerdos.
A las 8.00 a.m. en punto, me dispuse a degustar los sin yema con una tasa de té, tortillas y frijoles: y como otro de mis grandes placeres es escribir, saqué la lap top, revisé mi correo, entré a leer los comentarios en mis blogs y reinicié esta bitácora.
¡No tienen idea lo que es escribir en el paraíso! Las flores dictan las palabras, los árboles las metáforas y el lago la poesía.